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P. Pietro Magliozzi m.i.
¿Por qué cuando me duelen los dientes, busco de inmediato quién o qué puede hacerme pasar el dolor? Mientras que, ¿si tengo un dolor del alma, un sufrimiento existencial, vivo con él durante mucho tiempo, incluso años, sin ir a buscar al «médico» espiritual?
Porque para el primer problema basta una pastilla o una cirugía, algo de cliente que paga para comprar su supuesta «salud», y esto es fácil y cómodo. Mientras que, en el segundo caso, hay que responsabilizarse, ejercitar la propia libertad y voluntad, trabajar para pasar del sufrimiento al bienestar existencial, y pocos tienen el sentido crítico para analizar este fenómeno y la competencia para trabajarlo.
| Sufrimiento existencial | Bienestar existencial |
| Interrupción de sentido, de un propósito para vivir, de esperanza en la vida, experiencia de muerte inminente, preocupaciones y miedos, abandono por todos (también por Dios), no sentirse amado, no creer más. Alienación e impotencia, inquietud interior (falta de paz), rabia, angustia, no poder adaptarse a lo que se está viviendo. Desesperación, decepción, falta de autoestima, remordimientos, culpas, ruptura de la identidad personal | Paz, alegría, sentido de la vida, fin y misión, estabilidad y capacidad de adaptación Fe, esperanza y amor Felicidad en la adversidad, libertad interior, siempre, pureza de corazón, semejanza con Dios |
La Cuaresma es el instrumento del año litúrgico para poder convertirnos, que es lo mismo que pasar del sufrimiento al bienestar espiritual. No temamos el esfuerzo de abrirse a la Gracia de Dios, a la Vida Divina que Dios quiere transmitirnos. ¡Vale la pena! ¡Será un esfuerzo ampliamente recompensado!
Recuerden «el esfuerzo» del hijo pródigo cuando dijo a sí mismo: «¡aquí me muero de hambre! Iré y le diré a mi padre: he pecado contra el cielo y contra ti». Bastó este pequeñísimo esfuerzo de arrepentimiento y obtuvo aquella fiesta que todos conocemos. Podía quejarse y no habría sucedido nada. Podía pedir el milagro de liberarse de los cerdos y de la situación indigna en la que vivía y no sucedería nada, en cambio, gracias a su esfuerzo de «APERTURA» al bien, a la verdad, a la fe en el padre, todo cambió para él; pasó de la maldición a la bendición, del sufrimiento al bienestar, de la perdición a la salvación.
Les deseo en esta Cuaresma que encuentren también Ustedes qué esfuerzo de «apertura» hay que hacer para abrir el portal a la Vida divina trinitaria que nos salva y nos convierte en las criaturas que Dios sueña.
Los cursos que les ofreceremos próximamente les darán instrumentos de conversión, curación y liberación para convertirse. ¡No tengan miedo del esfuerzo, vale la pena!
